la inteligencia ciega. edgar morin
Las ciencias sociales se agrupan en distintas disciplinas, las cuales tienen como objeto de estudio el ser humano en su relación con otros y con el medio ambiente. La enseñanza de estas ciencias aporta los elementos para que el alumno logre una reflexión ordenada y comprensiva de su comprensión de su condición individual y de su entorno social como resultado de un proceso histórico. Este proceso permite a los estudiantes intervenir como individuos.
Lo que me parece más importante sobre las ciencias es que son las únicas ciencias que comprenden al hombre como individuo y en los distintos ámbitos que se desarrolla en la vida. También nos explica que el conocimiento es una manera de relacionarse con la realidad y de darse cuenta de la misma. Esto se expresa en proposiciones que describen objetos o estados de cosas que existieron, existen y que podrán existir.
Al tiempo que se producía la ruptura intelectual entre la filosofía y la ciencia en la mentalidad de la época, se operaba un resurgimiento de la universidad. Aunque se dice que la universidad es una institución continua no es del todo cierto.
La universidad medieval fue una institución fue una institución interesante pero prácticamente había muerto a fines del siglo XVI.
En el siglo XIX, una de las cosas mas trascendentales es la reinvención de la universidad como el ámbito, tanto de la creación del conocimiento como de su reproducción.
Nuestro pensamiento es disyuntivo y, además reductor: buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes. Queremos eliminar el problema de la complejidad. Este es un obstáculo profundo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento, que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización y en el mundo de los expertos y de los especialistas que manejan cada día más nuestras sociedades.
Edgar Morín, basado en la teoría de la información y de los sistemas, la cibernética y en los procesos de autoorganización construye un método que intenta estar a la altura del desafío de la complejidad. Según Morín estamos en la prehistoria del espíritu humano y solo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento.
· Etimología de la palabra “Complejidad” :
Es de origen latino proviene de <<complectere >> cuya raíz <<plectere>> significa trenzar, enlazar. Remite al trabajo de la elaboración de cestas o canastas. En el castellano la palabra aparece en 1625 con su variante complexo que viene del latín <<complexus>>.
El paradigma de simplicidad es un paradigma que pone orden en el universo, y persigue el desorden.
El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver lo que uno puede, al mismo tiempo ser múltiple.
El conocimiento científico se daba por misión la de develar la simplicidad escondida detrás de la aparente multiplicidad y el aparente desorden de los fenómenos.
La obsesión de la complejidad condujo a la aventura científica a descubrimientos imposibles de concebir en términos de simplicidad. El desorden está, en el universo físico como ha llegado a todo trabajo, a toda transformación.
El pensamiento complejo no rechaza, de ninguna manera, a la claridad, el orden, el determinismo pero los sabe insuficientes, sabe que no podemos programar el descubrimiento el conocimiento, ni la acción.
El pensamiento simple resuelve los problemas simples sin problemas del pensamiento. En cambio el pensamiento complejo no resuelve, en si mismo los problemas, pero constituye una ayuda para la estrategia que puede resolverlos. Así lo que hace el pensamiento es dar una señal, una ayuda a la memoria que le recuerde:
No olvides que la realidad es cambiante, que lo nuevo puede surgir y va a surgir.
El pensamiento complejo no termina con el asombro. Todo me asombra, siempre cada vez más. Estar aquí vivir, morir, ver las caras por las calles, mirar mi gata que mira... Todo es increible.
Lo que me parece más importante sobre las ciencias es que son las únicas ciencias que comprenden al hombre como individuo y en los distintos ámbitos que se desarrolla en la vida. También nos explica que el conocimiento es una manera de relacionarse con la realidad y de darse cuenta de la misma. Esto se expresa en proposiciones que describen objetos o estados de cosas que existieron, existen y que podrán existir.
Al tiempo que se producía la ruptura intelectual entre la filosofía y la ciencia en la mentalidad de la época, se operaba un resurgimiento de la universidad. Aunque se dice que la universidad es una institución continua no es del todo cierto.
La universidad medieval fue una institución fue una institución interesante pero prácticamente había muerto a fines del siglo XVI.
En el siglo XIX, una de las cosas mas trascendentales es la reinvención de la universidad como el ámbito, tanto de la creación del conocimiento como de su reproducción.
Nuestro pensamiento es disyuntivo y, además reductor: buscamos la explicación de un todo a través de la constitución de sus partes. Queremos eliminar el problema de la complejidad. Este es un obstáculo profundo, pues obedece al arraigamiento de una forma de pensamiento, que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización y en el mundo de los expertos y de los especialistas que manejan cada día más nuestras sociedades.
Edgar Morín, basado en la teoría de la información y de los sistemas, la cibernética y en los procesos de autoorganización construye un método que intenta estar a la altura del desafío de la complejidad. Según Morín estamos en la prehistoria del espíritu humano y solo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento.
· Etimología de la palabra “Complejidad” :
Es de origen latino proviene de <<complectere >> cuya raíz <<plectere>> significa trenzar, enlazar. Remite al trabajo de la elaboración de cestas o canastas. En el castellano la palabra aparece en 1625 con su variante complexo que viene del latín <<complexus>>.
El paradigma de simplicidad es un paradigma que pone orden en el universo, y persigue el desorden.
El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver lo que uno puede, al mismo tiempo ser múltiple.
El conocimiento científico se daba por misión la de develar la simplicidad escondida detrás de la aparente multiplicidad y el aparente desorden de los fenómenos.
La obsesión de la complejidad condujo a la aventura científica a descubrimientos imposibles de concebir en términos de simplicidad. El desorden está, en el universo físico como ha llegado a todo trabajo, a toda transformación.
El pensamiento complejo no rechaza, de ninguna manera, a la claridad, el orden, el determinismo pero los sabe insuficientes, sabe que no podemos programar el descubrimiento el conocimiento, ni la acción.
El pensamiento simple resuelve los problemas simples sin problemas del pensamiento. En cambio el pensamiento complejo no resuelve, en si mismo los problemas, pero constituye una ayuda para la estrategia que puede resolverlos. Así lo que hace el pensamiento es dar una señal, una ayuda a la memoria que le recuerde:
No olvides que la realidad es cambiante, que lo nuevo puede surgir y va a surgir.
El pensamiento complejo no termina con el asombro. Todo me asombra, siempre cada vez más. Estar aquí vivir, morir, ver las caras por las calles, mirar mi gata que mira... Todo es increible.